viernes, 14 de enero de 2011

«En Dios pongo mi esperanza»

















«El Señor, tu Dios, te pide que lo temas, que lo ames con todo tu corazón y con toda tu alma» (cf. Dt 10,12).

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar. Que hiervan y bramen sus olas, que sacudan a los montes con su furia: El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada. Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora. Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan; pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.
El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra: Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe, rompe los arcos, quiebra las lanzas,prende fuego a los escudos. «Rendíos, reconoced que yo soy Dios:más alto que los pueblos, más alto que la tierra». El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Salmo 45

Reflexion

Sobre un horizonte de guerras y de desastres frecuentes, los israelitas ven a Sión como una ciudad fuerte e invencible, porque Dios habita en ella y por esto, pase lo que pase, aunque tiemble la tierra y los montes se desplomen, teniendo a Dios en medio, nada les puede atemorizar.

A los cristianos de nuestro tiempo nos es necesaria la confianza plena expresada en este salmo. No todo va bien, ni en el mundo ni en la Iglesia. Algunos de los males de nuestros días, con frecuencia, nos atemorizan en exceso; las injusticias del mundo, las infidelidades de muchos en la Iglesia nos pueden parecer dificultades aptas para descorazonar incluso a los más fuertes. Pero no, aunque hiervan y bramen las olas, «más potente que el oleaje del mar, más potente en el cielo es el Señor» (Sal 92,4). Por eso la Iglesia, sabiendo que Dios está en ella, no vacila y sabe esperar contra toda esperanza.


Señor Dios, fuerza y refugio de tu pueblo, tú que en la adversidad proteges a quienes en ti esperan y en la prosperidad los defiendes, escucha las súplicas de tus fieles y haz que, realizando fielmente tu voluntad, merezcamos ser siempre escuchados por ti. Te lo pedimos, Padre, por Jesucristo nuestro Señor. Amén


Oh Dios, tu nombre es santo, Tú eres el único; obrador de prodigios; te glorificamos y te alabamos porque en la Pascua de tu Hijo nos has reconciliado contigo y nos has hecho ministros de la reconciliación; te pedimos que nuestras palabras y vida testifiquen el entrañable amor que nos muestras, para que nuestros hermanos sean seducidos por tus juicios de salvación y proclamen que sólo Tú eres santo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén